Con una media de 160.000 km recorridos a lo largo de toda una vida, los pies se han ganado todo el derecho a ser mimamos. Sin embargo, a pesar de que los pies son nuestro medio de transporte más importante, a menudo los descuidamos en nuestra higiene diaria. Les prestamos mucha menos atención que al resto de nuestro cuerpo y finalmente esto deriva en incómodas consecuencias como picor, escozor, hinchazón, así como creación de ampollas, durezas y hongos. En los casos más severos, la piel se rasga y surgen infecciones y heridas abiertas.
La formación profesional (cosmética) del cuidado de los pies se ofrece desde hace muchos años de diversas maneras (a través de cursos), con diferentes aproximaciones y contenidos. Legalmente está regulada la formación del podólogo médico. Los podólogos trabajan a nivel médico y cuentan con una formación más amplia (dos años). Los servicios de la Seguridad Social solo cubren algunos servicios básicos, por ejemplo, para los diabéticos.
Las personas con diabetes son propensas a padecer problemas en los pies. Las molestias más leves pasan por una piel seca, rugosa y escamosa. Con el paso de los años, cuando el control de los niveles de azúcar se hace más difícil y aparecen afecciones neurológicas, las heridas y los cambios de calor y frío acentúan los problemas de los pies. Incluso pequeñas grietas se infectan entonces con gran facilidad.
Muchos problemas de los pies se deben a causa de una enfermedad. Personas que sufren sobrepeso, reuma o enfermedades hepáticas, se quejan con frecuencia de molestias en los pies. Por otro lado, una de cada tres personas tiene hongos sin tratar, que podrían infectar y propagarse fácilmente a las uñas. También la mala postura del pie y de sus dedos, así como un calzado inadecuado, provocan zonas de presión, durezas, callos, ampollas y dolor.
Por desgracia son muy pocas las personas que acuden a un especialista médico. El profesional indicado para tratar las afecciones del pie es el podólogo.
A diferencia del profesional estético de los pies, que se centra en la higiene y en el aspecto exterior, el podólogo cuenta con conocimientos médicos específicos y trabaja con el apoyo de un equipo médico-ambulante. De esta manera, podólogo y médico aconsejan y tratan de forma conjunta a sus pacientes, haciendo un seguimiento constante de su historial clínico y detectando a tiempo los posibles riesgos en su evolución.
Una parte importante de los pacientes sufre de pie diabético – para ellos la visita al podólogo se hace absolutamente esencial. Con la edad, la diabetes ocasiona además varios trastornos oculares y la visión empeora de forma progresiva, por lo que muchos pacientes ni siquiera se dan cuenta de los cambios que se están produciendo en sus pies.
La neuropatía periférica diabética (daño a los nervios debido a un alto nivel de glucosa en la sangre en personas con diabetes) agrava aún más la situación con dolor, hormigueo o adormecimiento de los pies. Ello deriva en inflamaciones y heridas que se curan con dificultad – reiteramos una vez más la recomendación de acudir al médico y al podólogo.
La podología tiene por objeto el estudio de las enfermedades y alteraciones que afectan al pie. Abarca materias como anatomía, microbiología y diabetes mellitus. La profesión de podólogo/podóloga está legalmente protegida desde el año 2002 y no puede ser ejercida sin la correspondiente titulación necesaria de dos años de duración. En Alemania existen aproximadamente 3.000 personas con esta titulación. Para aquellos profesionales que ya cuentan con al menos con cinco años de experiencia en el sector, existe una regulación transitoria. El podólogo está facultado para la prescripción médica.
Un tratamiento podológico empieza generalmente con un baño relajante de pies. A continuación, el podólogo examina con atención cada uno de los pies. Una vez que el podólogo obtiene una impresión de la condición general de los pies, busca inflamaciones, úlceras, heridas abiertas, hematomas, ampollas, verrugas, durezas, callos o uñas encarnadas y, si es necesario, utiliza instrumental especial para su tratamiento.
El podólogo detecta incluso casos de hongos difíciles de distinguir a simple a vista, que a veces se confunden con piel seca. También inspecciona el calzado y las plantillas. Finalmente proporciona valiosos consejos para la higiene diaria de los pies en casa.
Todas aquellas personas que valoran la importancia de tener unos pies sanos, pueden visitar al podólogo para obtener consejos médicos sobre el cuidado diario de los pies en casa.